sábado, 20 de julio de 2013

LA CAJA DE ZAPATOS



Tengo que deshacerme de muchas cosas, limpiar esta habitación…no se que tirar y que conservar…

Al inicio la decisión es fácil, hay algunos muebles que no entiendo porque están guardados aún, está la vieja bicicleta que compré dizque para hacer ejercicio y que al parecer terminará en el baratillo a precio de remate y está el viejo montón de ropa que según yo iba a regalar desde hace ya varios años, eso es fácil; pero comienza lo entretenido, lo difícil, los recuerdos, las cicatrices y marcas emocionales, comienza el reencuentro con mis viejos discos, algunos todavía de vinilo de esos negros que de una rayadita ya no servían jamás, antiguas revistas que conservaba de muchas tonterías juveniles.. y comienzo a recordarme del tiempo que pasamos juntos… y se vuelve mas fuerte cuando empiezo a revisar esos periódicos que marcaban alguna ocasión especial, varias columnas de papeles y cuadernos del tiempo en que estuve en la Universidad, algunos garabateados con el timbiriche y los gatos que solíamos jugar cuando las clases estaban aburridas; y de repente, ahí esta la caja… la caja de los zapatos.

Aquella caja que por muchos años ya había olvidado, la caja en que venían esos zapatos que me ayudaste a elegir para mi graduación de la prepa y donde decidí guardar algunas cosas muy personales, fuera de la vista de todos. Se ve vieja, ¿Cuánto ha pasado ya? No inventes, tiene ya cerca de catorce años que compramos esos zapatos, los dos pares iguales, los dos de la misma talla, con el pretexto de que eran los que mejor combinaban con nuestro traje para esa ocasión; ahora ya se ve el tiempo que ha pasado por ella, un poco aplastada por el peso de los libros que estaban encima, y eso si… muy bien cerrada, encintada de la orilla de la tapa con varias capas para que nadie la fuera a abrir por casualidad, o no se si lo hice para que los recuerdos que guarda no se fueran a escapar… no resisto la tentación, mi cuerpo completo se emociona cuando comienzo a quitar desesperadamente esa cinta originalmente transparente que ahora ya forma un solo cuerpo con el cartón al que esta pegada, mis manos tiemblan de los nervios que siento, por fin la destapo rompiendo parte de la caja y mil recuerdos se vienen de golpe a mi mente, mil recuerdos de felicidad, de alegría, mil recuerdos que parecen tan lejanos, tan de novela… tan dolorosos de pronto que provocan mas temblores de mis manos, un nudo en mi garganta y una humedad ligera en mis ojos.

Primero esta un cuaderno pequeño, viejo, que apenas sostiene las hojas en su espiral de plástico, un cuaderno de rayas donde están escritas muchas cosas, algunos escritos que suenan a romanticismo, un par de corazones con mi nombre y el tuyo en el centro: “X y Y, 1996”, con una flecha atravesada… algunas fechas en que nos escapamos de nuestras casas cuando estábamos en la preparatoria, y… también la lista de las cosas que tuvimos que comprar para irnos a acampar por un fin de semana a la Primavera, ¿lo recuerdas? Hay una fotografía metida en estas hojas, estás tu solo agachado junto a la orilla del arroyo caliente, esa fue la noche, después de mas de dos años de conocernos y jugar a esconder nuestros sentimientos esa fue la primera noche que nos besamos, que nos abrazamos, que nos confesamos lo que sentíamos, ahí en medio de todo y nadie, sin ninguna persona que pudiera escuchar los susurros de nuestras almas, esa noche que marcó nuestras vidas, esa noche que decidimos que íbamos a estar juntos para siempre, que incluso íbamos a estudiar juntos la misma carrera…

Debajo del cuaderno hay mil y un tiliches, el mezclador artesanal de una comida a la que me invitaste en Zacatecas, el moño que pendía de la solapa de tu saco en la boda de mi hermana, los boletos de aquella película que tanto te gustaba… monedas, pulseras, un collar, todo con un poco de ti... y con mucho de mí.

Ahí esta también el paquete de fotografías, de esos paquetes viejos medio amarillos de Laboratorios Julio donde están muchas fotos, muchas, están todas en orden cronológico, no recuerdo cuando las acomode así, pero ahí están juntas, fotos de los dos en la playa, en Manzanillo, nuestra primera ida al Cervantino, tú recostado sobre la cama de aquella cabaña que rentaste en Tapalpa cuando mis padres no me dejaban ir y nos escapamos valiéndonos madre, muchas mas de Vallarta, tantas veces que fuimos ahí para escaparnos de las miradas de nuestros amigos, de nuestros conocidos y que no llegara el rumor de que éramos jotos a nuestras familias, ahí están las fotos del río, de los antros de ambiente, los dos bailando, abrazados, tomando bebidas de a litro por el malecón, caminando sobre la playa…

Tres años de preparatoria, cuatro años de la Universidad, dos más al terminar, eso fue lo que duró nuestra relación, encubierta bajo el velo de amistad para que nadie se diera cuenta, entre el miedo de los primeros grados en la preparatoria, el desate sexual del ultimo año, la experimentación de los primeros años de la facultad, todo esto encubierto por nuestra amiga R, que nos hacia el paro para salir con nosotros y que no nos vieran mal en mi casa, sobre todo en mi casa… no puedo creer que hayan sido ocho felices años de amistad, compañerismo y, sobre todo de amor, porque eso es lo que realmente sentí sin decirlo por ti… pero se acabó, ¿o lo evité?. Una lágrima sale de mis ojos, pero debo reprimirme, nadie me puede ver llorar y mucho menos por los recuerdos que se guardan en esta caja de zapatos, regreso todo a su interior y la cierro de nuevo con una rapidez increíble, no se si por el dolor que me causa el recordarte, el miedo a ser descubierto, o el odio que siento… el odio… a mí mismo por mi cobardía.

Siento más ganas de llorar, aparte de los recuerdos que vienen pegados a esos objetos de la caja, llegan los recuerdos de cuando te fuiste de mi vida (¿o te corrí de ella?), de cuando dejé que mis presiones morales y familiares me obligaran a hacer lo que hice, o mejor dicho, por lo que me he obligué yo mismo a hacer por cobarde, temeroso y comodino, de cuando tu aceptaste que me amabas y estabas dispuesto a todo por que siguiéramos juntos… y yo ni siquiera me acepté a mí mismo.

Comienzo verdaderamente a llorar, quiero hablarte, pero se que estas muy lejos de mi, no solo por la distancia, sino por la esencia de nuestras almas, la forma de pensar, la forma de vivir y de enfrentar a los miedos, porque tu me diste todo lo que yo solo soñé con recibir y nunca pensé en ofrecer.

Creo… creo que esta caja la tendré que desaparecer, quemar cada objeto, cada carta y cada fotografía ritualmente... y con ella desaparecer poco a poco al verdadero yo, y con ella desaparecer cualquier riesgo de ser descubierto por los demás… y por mi mismo; o quizá conservarla, no sé por qué aún esta aquí si es algo tan peligroso para mi, ¿o es que acaso quiero regresar a esos momentos felices de vez en cuando?, ¿o es que acaso me gustaría inconscientemente que alguien mas la encontrara y descubriera los momentos mas valiosos de mi vida?.

Tengo que deshacerme de muchas cosas, limpiar esta habitación… tengo que dejarla limpia de recuerdos para convertirla en la habitación de mi hijo, que espero tenga mas valor que yo para enfrentar todo lo que la vida le depare, eso me da esperanzas, pero… aun tengo ganas de reescribir contigo los últimos seis años de mi vida, no te puedo mentir, es una felicidad muy grande el ser padre, pero todo lo demás hubiera sido mejor contigo, con alguien que me amara como tú, con alguien a quien yo amara como a tí, sí… definitivamente hubiera sido mejor… hubiera.

Me doy cuenta de que he lastimado tu vida, de que nunca le podré dar a mi familia todo mi amor, porque mucho de ese amor se quedó contigo… me he deshecho de mis momentos felices, no puedo limpiar tu recuerdo, he tirado la vida de mi familia y la mía, y hoy solo conservo recuerdos de la felicidad… Tengo que deshacerme de muchas cosas, limpiar esta habitación…no se que tirar y que conservar…

Por cierto: no se aun que hacer con la caja de zapatos...

1 comentario:

Guilie Castillo dijo...

Aaaaaaaahhhhhhh!!!--esas cajas de zapatos (o de regalo de Liverpool, o las redondas de metal en las que venían las galletas danesas) son radioactivas. Ponzoñosas. Crueles a más no da, porque--como bien dices--ahí guardamos los "yo" que no fuimos capaces de ser. Qué lindo escrito!